HOLA MIS AMORES, PARA ESTE DIA VAMOS A CONTINUAR CON EL TEMA DEL NARCOTRÁFICO Y AVANZAMOS CON EL NARCOTRÁFICO.
"QUIEN NO CONOCE LA HISTORIA ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA"
Narcotráfico y paramilitares
Además del accionar de las guerrillas, durante la década de los
ochenta, nuestro país también enfrentó el flagelo del narcotráfico y de los
paramilitares. Estos actores armados causaron la muerte de civiles, políticos y
militares.
El narcotráfico en los ochenta
La expansión de cultivos ilícitos en Colombia se inició a mediados
de los años setenta con plantaciones de marihuana en departamentos como
Caquetá, Valle del Cauca, Magdalena y Atlántico. Para la década de 1980, los
llamados “narcos” controlaron el tráfico de estupefacientes
a nivel internacional. Haciendo uso del dinero
ilícito, se relacionaron tanto con los sectores sociales más altos como con la
población carente de oportunidades. A través de obras, como la construcción de
viviendas y de centros populares de recreación, los narcos se hicieron
merecedores de las simpatías de mucha gente, lo cual les permitió conformar
grupos de jóvenes sicarios dispuestos a obedecer fielmente sus órdenes.
A partir de la reforma tributaria de 1983, se produjo cierta
relación entre el narcotráfico y algunos funcionarios del gobierno, a tal
punto, que los traficantes brindaron la posibilidad de ofrecer su dinero para “sanear”
la economía nacional. Como resultado de este ofrecimiento, se plantearon
debates sobre la posible legalización de la droga. En este ambiente, surgieron
en el escenario político el Movimiento Latino Nacional, representado por el
narcotraficante Carlos Lehder; y
Civismo en Marcha, de Pablo Escobar Gaviria. Otros traficantes, como Gonzalo Rodríguez Gacha, aunque no participaron directamente en política, tuvieron injerencia
en las candidaturas de sus socios y en las de otros políticos.
La participación del narcotráfico en el gobierno se vio truncada
ante la oposición de un sector de senadores y representantes, entre los que se
destacó Luis Carlos Galán Sarmiento. Pero la situación tomó un rumbo distinto después de que el
gobierno colombiano presentó un proyecto de extradición, como solución al
problema del tráfico de drogas: los narcos iniciaron una guerra abierta contra
el gobierno nacional y el país padeció una ola de violencia que se manifestó
con carros-bomba y asesinatos selectivos. Una de las primeras víctimas fue el
Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, asesinado el 30 de abril de 1984, por haber denunciado los nexos
de varias personalidades colombianas con el narcotráfico.
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